El Castillo de Santa Catalina
se levanta sobre un cerro ( 820 m. de altitud) que domina los
llanos sobre el que se asienta la ciudad de Jaén, en las
estribaciones de la Sierra de Jabalcuz.
En su origen fue una
fortaleza árabe edificada durante el reinado de Alhamar
(Castillo Viejo) y reconstruido en 1246 cuando fue conquistado
por Fernando III (Alcázar Nuevo), continuando las reformas
Alfonso X el Santo y Fernando IV.
En 1812 la ocupación francesa
de las tropas de Napoleón produjo daños considerables, pero
también se abordaron nuevas edificaciones como caballerizas y
zonas de hospital y calabozos. Durante las guerras carlistas se
efectuaron las últimas modificaciones.
En 1907 el recinto fue
adquirido por Manuel Ruiz de Córdoba, que fracasó en sus
intentos de restauración. En el año 1948 lo compró el
Ayuntamiento de Jaén que autorizó la construcción del actual
Parador Nacional (año 1965) destruyendo gran parte de las
estructuras históricas y arqueológicas.
El origen de su nombre
rinde honor a Santa Catalina de Alejandría, patrona de la
ciudad. Su aparición milagrosa al rey Fernando III el
Santo fue
trascendente en su decisión de conquistar esta villa a los árabes,
gobernados por Almmaun I de Arjona.
LA CRUZ BLANCA DEL CASTILLO DE
SANTA CATALINA (JAÉN)
La Cruz Blanca o Cruz
del Castillo de Santa Catalina marca el punto topográfico más
alto de la ciudad. Como en tantos otros lugares de tradición
cristiana, se ha elegido este destacado lugar para colocar el símbolo de
espiritualidad con el que
se identifican la mayoría de los habitantes de la capital
de Jaén.
Según la tradición, se eleva en
el mismo punto
en el que el rey cristiano de Castilla Fernando III el Santo colocó otra semejante,
cuando tomó la alcazaba
al soberano jiennense Muhammad I de Arjona (Alhamar). Allí
colocada, desde la ciudad
todos podían contemplar la insignia triunfante
de la cristiandad
sobre los infieles sarracenos.
No es destacable por su valor
artístico. Parece ser que le precedió otra de piedra o de madera
de proporciones mas modestas. La que podemos
contemplar actualmente es una donación a la ciudad de la familia Balguerías, como puede leerse en una placa
que informa de ese detalle a los visitantes. También podemos ver
un soneto de Antonio Almendros
Aguilar grabado por el cantero Antonio Prieto.
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