miércoles, 28 de septiembre de 2016

CASTILLO DE SANTA CATALINA (JAÉN)




    El Castillo de Santa Catalina se levanta sobre un cerro ( 820 m. de altitud) que domina los llanos sobre el que se asienta la ciudad de Jaén, en las estribaciones de la Sierra de Jabalcuz.

    En su origen fue una fortaleza árabe edificada durante el reinado de Alhamar (Castillo Viejo) y reconstruido en 1246 cuando fue conquistado por Fernando III (Alcázar Nuevo), continuando las reformas  Alfonso X el Santo y Fernando IV.

   En 1812 la ocupación francesa de las tropas de Napoleón produjo daños considerables, pero también se abordaron nuevas edificaciones como caballerizas y zonas de hospital y calabozos. Durante las guerras carlistas se efectuaron las últimas modificaciones.

    En 1907 el recinto fue adquirido por Manuel Ruiz de Córdoba, que fracasó en sus intentos de restauración. En el año 1948 lo compró el Ayuntamiento de Jaén que autorizó la construcción del actual Parador Nacional (año 1965) destruyendo gran parte de las estructuras históricas y arqueológicas. 
    El origen de su nombre rinde honor a Santa Catalina de Alejandría, patrona de la ciudad. Su aparición milagrosa al rey Fernando III  el Santo fue trascendente en su decisión de conquistar esta villa a los árabes, gobernados por Almmaun I de Arjona.
  
  LA CRUZ BLANCA DEL CASTILLO DE SANTA CATALINA (JAÉN)
  
    La Cruz Blanca o Cruz del Castillo de Santa Catalina marca el punto topográfico más alto de la ciudad. Como en tantos otros lugares de tradición cristiana, se ha elegido este destacado lugar para colocar el símbolo de espiritualidad con el que se identifican la mayoría de los habitantes de  la capital de Jaén. 

     Según la tradición, se eleva en el mismo punto en el que el rey cristiano de Castilla Fernando III  el Santo colocó otra semejante, cuando tomó la alcazaba al soberano jiennense Muhammad I de Arjona (Alhamar). Allí colocada, desde la ciudad todos podían contemplar la insignia triunfante de la cristiandad sobre los infieles sarracenos.

      No es destacable por su valor artístico. Parece ser que le precedió otra de piedra o de madera de proporciones mas modestas. La que podemos contemplar actualmente es una donación a la ciudad de la familia Balguerías, como puede leerse en una placa que informa de ese detalle a los visitantes. También podemos ver un soneto de Antonio Almendros Aguilar grabado por el cantero Antonio Prieto. 





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