jueves, 6 de octubre de 2016

Ludwig Van Beethoven



    Beethoven nació el 16 de diciembre de 1770 en la ciudad de Bonn, al oeste Alemania. Allí, durante sus primeros años de vida, Beethoven estuvo expuesto a una exigente formación musical por parte de un padre obsesionado en convertirle en “el nuevo Mozart“. Tal ambición, unido a un no menos peligroso carácter ligado al alcoholismo, repercutió directamente en la vida personal, académica y social de Beethoven, no solo haciendo de él un niño introvertido y miedoso, sino un mal estudiante demasiado cansado para atender las lecciones de la escuela después de pasar las noches ensayando ante el piano.

    En cualquier caso, la realidad es que con tan solo 7 años, Beethoven ya era capaz de dar recitales de piano que dejaban al público boquiabierto. Así a los 10 años abandonó la escuela para dedicarse enteramente a la música y a los 16, la nobleza de Bonn le financió un viaje a Viena para aprender de los mejores, entre ellos, del mismísimo Mozart; pero al poco de llegar a la capital de la música, su madre cayó gravemente enferma y Beethoven tuvo que regresar a Bonn. Dice la tradición que Beethoven tuvo la oportunidad de tocar el piano en un recital en el que Mozart estaba presente y lo dejó tan fascinado que llegaría a decir: “Este joven hará hablar al mundo“.
 
    Tras la muerte de su madre, su padre cayó en una profunda depresión que obligó a Beethoven a hacerse cargo de sus hermanos pequeños tocando la viola y dando clases de piano. Por suerte para él, no tuvo que alargar este tipo de trabajos por mucho tiempo, pues su extraordinario talento cada vez era más conocido y eran varias las personas interesadas en financiar su completa dedicación a la música. Y así pasó más de 10 años en Viena como un músico económicamente independiente hasta que, pasados los 30, empezara a experimentar serios problemas auditivos. Beethoven probó diferentes procedimientos para curar su eminente sordera, pero nada funcionó. Tal fue su impotencia, que valoró el suicidio, pero sabía que aún tenía todavía mucha música que regalar al mundo y siguió componiendo hasta su muerte, dejándonos un legado musical de nueve sinfonías, 32 sonatas, dos misas y una ópera que le consagran como uno de los mejores músicos de todos los tiempos.

Beethoven 9na-Sinfonia

 

 

martes, 4 de octubre de 2016

ISLA MAURICIO


    Mauricio es un país ubicado en el suroeste del océano Índico, a unos 900 kilómetros de Toamasina, ciudad en la costa oriental más cercana de Madagascar y, aproximadamente, a 3800 kilómetros en dirección suroeste del Cabo Comorin en el extremo sur de la India. Su capital y localidad más poblada es Port Louis. Además de la isla de Mauricio, la república incluye las islas de San Brandón o Cargados Carajos, Rodrigues y las islas Agalega. Mauricio forma parte de las islas Mascareñas, juntamente con la isla francesa de La Reunión, a unos 170 kilómetros al suroeste.

    Dada su situación intertropical, la isla de Mauricio goza de un clima cálido, aunque la influencia oceánica modera la temperatura. Por la combinación de alta humedad y temperatura cálida ha prosperado una vegetación densa que incluye las palmeras cocoteras. El carácter insular permitió la existencia de un ave endémica llamada Dodo, en el presente extinta.





PLAYA DE ISLA MAURICIO
   
   Kilómetros de arena blanca y aguas de color azul turquesa definen las playas de Isla Mauricio, sin duda uno de los mayores atractivos de la isla.

    El agua permanece a una temperatura caliente todo el año (23 °C en invierno y 27 °C en verano).

    Famosa por sus increíbles playas de aguas azules, la Isla de los Ciervos (Île aux Cerfs) es una pequeña isla paradisiaca situada junto a la costa este de Isla Mauricio.

    El nombre de la isla, como no podía ser de otro modo, data de cuando ésta estaba repleta de ciervos.